1. Veinte veinte, el año de los cambios. Lo recordaré por dos cosas: YHLQMDLG (Rimas Entertainment, 2020) de Bad Bunny, y la pandemia mundial del covid-19. Ambas atrocidades están afectando a la humanidad, pero la inconfundible voz del boricua de 27 años, Benito Antonio Martínez Ocasio A.K.A. el Conejo Malo, me contamina sin tentarse el corazón; me pone a pensar en la época previa al confinamiento llamada A.C. (Antes del Coronavirus).
En aquel tiempo podía interactuar físicamente con otras personas. Conocía a alguien que escuchaba X 100pre (Rimas Entertainment, 2018) y Oasis (Universal Music Latin Entertainment, 2019), dos álbumes que han hecho de Bad Bunny el artista de quien tengo stickers en WhatsApp. El cantante de reguetón y trap es tan popular que ha hecho temas con sus ídolos de la infancia como Residente, conoce al basquetbolista LeBron James y recién participó en el espectáculo del Super Bowl LIV, el más latino de toda su historia.
Cantando con autotune sus canciones, Benito creaba una atmósfera muy chida en la época A.C. Su “YEH! YEH! YEH! BAD BUNNY BABY BEBÉ” convertía las conversaciones con quien conocía en carcajadas que nos provocaban dolores de panza, como si estuviéramos viendo The Office. Tanta diversión me hacía perrear como el Conejo Malo. Sin embargo, mi falta de coordinación era algo cómico. Era bastante especial vivir aquella vida bajo el ritmo del dembow, cuando el covid-19 todavía no le daba en la madre al mundo.
Hoy me domina el desapego. Perrear, bellaquear y maleantar ya son cosas frías y digitales, como todo lo es ahora. Lo importante es subsistir al confinamiento, que ninguna tuerca se me zafe y poder bailar algún día YHLQMDLG en otro lado que no sea mi habitación. De cualquier forma, intento seguir riéndome por los momentos vividos en la época A.C. El fin del mundo parece estar más cerca y si sobrevivo no seré el mismo en la época D.C. Mis sentimientos comienzan a estar en peligro de extinción, tendrán la necesidad de romper el distanciamiento social y podría decir tantas cosas que me convertirán en un muerto viviente más emocional. Cantaría Héctor Lavoe: “Y para qué leer un periódico de ayer…”, pero todo cambió con el dilema de quién propagó el virus: ¿un murciélago?, ¿una serpiente?, ¿los chinos?, ¿Donald Trump? Lo que sí sé es que la pandemia inició en Wuhan, China, con los primeros casos reportados en diciembre de 2019 por la Organización Mundial de la Salud. No obstante, para no sumarme a la cifra de infectados o muertos por la enfermedad de moda, sigo cantando canciones de Benito; las mismas que ponía en su celular aquella persona.
“Ni bien ni mal”, “Otra noche en Miami”, “Cuando perriabas”, “Mía”, “Que pretendes”, “Un peso” y “Como un bebé” son mis favoritas. Oír esos temas acumula más ansiedad en mi mente y corazón. El presente es claustrofóbico y me siento en cana. A pesar de eso estoy sacándole provecho a este pánico colectivo que coincidió con el lanzamiento de YHLQMDLG. Mi remedio es conmiserarme, basándome en mi sentir por el álbum del Conejo Malo, quien pasó de trabajar en un supermercado en San Juan, Puerto Rico, a ser la estrella pop más escuchada del confinamiento.
2. YHLQMDLG, que su significado es Yo hago lo que me da la gana, es una bomba de reguetón y trap. Una semana después de su salida, el 29 de febrero, una fecha nada común para lanzar un disco, alcanzó las 400 millones de reproducciones en plataformas como Spotify y lideró la lista de Billboard. La principal tarea de lo que podría considerarse el álbum del año, es estrujarme mientras lo escucho a todo volumen, vistiendo únicamente un short del Real Betis a consecuencia de tanto calor y de tantas horas de encierro.
No importaron las barreras del idioma; se demostró que el español está de moda. En YHLQMDLG hay rimas en diminutivo, slang boricua-dominicano, nombres de estrellas porno y pop, filosofía millennial y centennial. Detona promiscuidad, reproche, subjetividad, equidad de género y melancolía. Pero lo que le da sabor son las referencias al perreo sucio de la primera década del nuevo milenio que no respetaba la sana distancia, cuando hacía sudar mi cuerpo en las fiestas caseras que organizaba con mis valedores los papushos y las mamushas.
YHLQMDLG hereda el concepto nostálgico del baile prohibido de mi generación y evoca en mí momentos que no quisiera borrar. No sé qué me deparará la época D.C., pero me gustaría preguntarle a quien conocía si quisiera salir a perrear, para reírnos y divertirnos con las canciones del Conejo Malo.
3. El ritmo con el que tecleo en mi computadora se entorpece. La ansiedad sube por mis pies y me acuesto en la cama. No es un síntoma del covid-19, sino que soy el niño de la portada de YHLQMDLG, la cual parece homenajear a Stranger Things, serie que en su momento me hizo pensar en el escritor Stephen King y la película E.T. (Steven Spielberg, 1982). Y como el chamaco de tres ojos que lleva puesto un gorro de conejo y se pasa el día escuchando en su habitación a Bad Bunny, su cantante favorito –ocurre en el video del audio oficial de “La santa”–, miro al techo y suspiro cada vez que mi memoria dibuja momentos de la época A.C.
Se escucha el cuarto track del disco y mis recuerdos dibujan aquel invierno tan distinto a estas épocas de confinamiento, gel antibacterial, cubrebocas y memes, como el de “Quien se iba a imaginar que, de todo lo que aprendí en la escuela, tomar distancia sería lo que más me iba a servir para la vida”. Pero en cuanto “La santa” se convirtió en mi tema favorito, noté que su inicio es bastante Stranger Things y comencé a repetirla. También la colaboración que hace Daddy Yankee con su estilo de cantar, que me recuerda a la banda de hardcore Snapcase. Le da un toque old school para perrear en partes como “Mami, somos polos positivo y negativo (¿QUÉ?) /A la flecha de cupido siempre me le esquivo (¡CUCÚ!) / Tenemos secretos guardados en un archivo /No va haber confianza si contigo convivo, baby /Estás calentándote (WOW!), yo calentándome (EH!) /Y tú dices que tú eres brava, pero a veces te me quitas (RRR!) /Y vuelves y me excitas /Pero yo no soy el hombre que necesitas (YEH!)”.
Cuando Benito y el cantante de “Gasolina” se callan en mis bocinas, el popular doctor Hugo López-Gatell se escucha dando la cifra de enfermos y muertos por el covid-19. El pánico colectivo baja mis defensas; tengo que volver a reproducir el álbum. Es lo único que trae a mi cabeza la imagen de quien conocía y me mostró el mundo del Conejo Malo. Tomo fuerzas, me envuelvo en mis emociones para ponerme de pie, caminar a mi computadora y volver a escribir. Y como canta Rubén Blades: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida…”, así le ocurrió al pequeño Al, un protagonista del anime Fullmetal Alchemist que veo para no estresarme tanto. Ese personaje perdió su cuerpo por usar incorrectamente la alquimia; guarda sus sentimientos en una armadura vacía. Lo veo y me siento igual; sólo que mis sentimientos están enclaustrados en mi habitación.
4. Bad Bunny tiene mucho haciendo lo que quiere. En YHLQMDLG participan pilares de éste género musical: Kendo Kaponi, Arcángel, Jowell & Randy, Ñengo Flow y Daddy Yankee. Las referencias a la vieja escuela del perreo se aprecian desde la introducción del video “Sí veo a tu mamá”, donde un tipo está a punto de ahorcarse en plena celebración de la llegada del 2000, sólo que el niño de la portada lo ve y le pregunta: “¿Tú sabes lo que yo hago cuando estoy triste?”. Posteriormente, el mismo chavito se responde que escucha al Conejo Malo. Esto es complicado de asimilar, porque estoy haciendo algo parecido con mis recuerdos. En gran parte del álbum, Bad Bunny le canta al desamor, los desencuentros, la falsedad, lo sincero. También al deseo y lo prohibido. Cosas que me remolcan como la ola de sentimientos que puse en juego, interactuando con quien conocía. “Pero ya no”, “Vete”, “Ignorantes” (featuring Sech), “A tu merced” y “Una vez” (featuring Mora) tienen una carga de cursilería que me da escalofríos.
“Qué malo”, con uno de los duros del reguetón, Ñengo Flow, tiene una letra y ritmo más chakalones. Esa melodía me remonta a los perreos clandestinos de la periferia chilanga, a los cuales fui con la DJ Rosa Pistola para escribir una crónica. La colombiana me dijo que el reguetón es el nuevo punk; basta con conocer la estética y los ideales que las nuevas generaciones toman de su ídolo, Bad Bunny. Incluso durante la cuarentena, personas que pasan todo el día en pijama lo ven como el modelo pop de mente abierta que se declara en contra de los feminicidios y transfeminicidios, pintándose las uñas de las manos y usando faldas para dar a entender que mujeres y hombres somos lo mismo. Igualmente, alza la voz por la música que le da de comer y usó cubrebocas antes de la aparición del covid-19.
De ambos polos, emo o bellaco, YHLQMDLG debería tener un aviso de “ADVERTENCIA” en estos tiempos de soledad. Sin embargo, también hay trap, género basado en el 808 sample. Cinco melodías están hechas con éste estilo musical de origen marginal en Atlanta. En ellos, Benito tiene colaboraciones con artistas que comienzan a abrirse camino. Uno fue Anuel AA, quien participa en “Está cabrón ser yo”, y desmiente su rivalidad con Bad Bunny. Las otras melodías son “25/8”, “Puesto pa’ guerrial”, “P FNK R” y “Hablamos mañana”. Myke Towers, Duki y Pablo Chill-E le dan un toque ñero y juvenil de Puerto Rico, Argentina y Chile.
En medio del reguetón y trap de YHLQMDLG, una parte de la lírica del Conejo Malo tiene toques de empoderamiento femenino. No lo veo por completo como un aliade del movimiento feminista, pero artículos como el de la activista española Yolanda Domínguez, titulado “El nuevo tongo feminista de Bad Bunny”, exponen puntos de vista interesantes:
“No es la primera vez que Benito Antonio Martínez Ocasio se lanza a la desventura de intentar quedar bien. Ya lo hizo en 2018 con el single “Sólo de mí” en el que se apropia de un cuerpo de mujer, totalmente pasivo y abatido, al que una mano invisible da puñetazos y se va llenando de moratones. Aparte de la mala elección de la escena (precisamente lo que necesitamos las mujeres es que se nos deje de representar como víctimas golpeadas para que no se normalice esa violencia) ni siquiera la mujer que aparece habla por sí misma, sino que es Bad Bunny quien lo hace. En el nuevo single “Yo perreo sola” utiliza una estrategia similar, en este caso se hace pasar físicamente por una mujer para hablar en su lugar. Una de dos: o le ha cogido gustillo a eso de ser ventrílocuo o piensa que las mujeres no estamos capacitadas para hablar por nosotras mismas y tiene que ponernos voz.”
Desconozco si la activista se ha divertido perreando, aun así hay quienes glorifican la misma “Yo perreo sola”, “Bichiyal” (featuring Yaviah) y “La Zona”, donde frases como “que ningún baboso se le pegue”, “lo que tú quieres es perreo y que aquellos no llamen” y “ella no se mezcla con cualquier sujeto”, le dan independencia y su lugar a la mujer. Sucede lo mismo en “Safaera”, el reguetón más popular del confinamiento, cuya palabra significa soltarse. Éste track rinde homenaje a DJ Playero, quien en la década de los noventa y parte de la primera etapa del 2000 ambientaba los perreos más calientes en la Isla del Encanto. La canción es un megamix que recuerda a las grabaciones realizadas por aquel maestro: tiene partes de “Get ur freak on” de Missy Elliot y “Tiburón” de Alexis & Fido. Por su estilo es inevitable recordar mis gustos culposos de la adolescencia, como Héctor el Father y su canción “Noche de travesura”, de quien diría Kaydy Cain, mi quinqui-reguetonero favorito que le presenté a quien conocía: “Sería Jordan si esto [reguetón] fuera baloncesto”.
Los errores que puede tener Bad Bunny en su tarea de hablar por las mujeres, es que no da crédito a Génesis Ríos, quien canta algunas partes de “Yo perreo sola”; tampoco visibilidad en uno de los videos más vistos del confinamiento. No sé si algo tengan que ver las disqueras, los egos, pero es discordante. A pesar de eso, recordemos que hay seres humanos que no creen en el covid-19 y salen de sus casas no por la necesidad de trabajar, sino por despreocupación. Igualmente, hay quienes arrojan cloro a las enfermeras y doctores no para mantenerse sanos y salvos, sino por ignorancia. Es como si alguien todavía se atreviera a decir que no sabe quién es Benito.
5. Bajo su concepción del neoperreo, el Conejo Malo está quitándole lo misógino y machista al género musical etiquetado como urbano. Sin planearlo, poco antes de la pandemia me acerqué a esta música que, generaciones como la boomer y X perciben como vulgar. Pero el reguetón pasó de ser una moda a convertirse en un movimiento. De hecho, desde la primera vez que intenté perrear en la época A.C. se convirtió en mi pasatiempo favorito para relajarme. Sin embargo, desde el 17 de marzo que estoy en cuarentena, sigo sin poder dejar de escuchar YHLQMDLG como si fuera febrero 2020, cuando Bad Bunny era la noticia mundial.
Hoy veo al covid-19 como una estrategia de marketing para Benito. De igual forma, la pandemia hace lo que se le da la gana con mi corazón y mente, pero antes de eso, cuando la vida parecía ser normal disfruté el mundo del Conejo Malo. Incluso, aunque sea un acto peligroso, quisiera salir a la calle, pedalear mi bici, buscar a quien conocía y preguntarle cuál es su melodía favorita de YHLQMDLG.
Ya no estoy suspirando como el niño de la portada. Suena YHLQMDLG y veo en Instagram una foto del escritor, Samuel Beckett. Suena “La santa” y una frase del discípulo más pesimista de James Joyce me llega a la mente: “Dance first. Think later. It’s the natural order”. Instantáneamente, Bad Bunny canta mi canción favorita: “Y ahora me quieres cambiar (SUBE) /Sabiendo cómo soy, tú sabes lo que doy /No te hagas tú eres igual (TÚ ERES IGUAL, BEBÉ) / No te hagas la santa, el perreo te encanta”. Sin embargo, bailar y pensar por separado es algo que no puedo hacer, mucho menos con éste álbum tan entusiasta y afligido.
Los ritmos creados por Súbelo NEO, Tainy, Nesty, DJ Orma, Alber Hype, entre otros productores hacen que sacuda mi esqueleto. La danza más candente de Puerto Rico funciona como medicamento ansiolítico para no sentirme un prototipo de Philip K. Dick que oye música pop y las noticias lo alimentan de paranoia. Bailar reguetón, con la inconfundible voz del Conejo Malo, me parece que es el acto más depresivo de esta vorágine epidemiológica que abate a la humanidad. Pero no importa, la cursilería de algunas de sus canciones infecta como la enfermedad de moda.
¿Cómo voy a bailar y pensar por separado escuchando YHLQMDLG? El asunto de las fotos, los años nuevos, los errores, los gatitos, la incertidumbre, la libertad, las redes sociales, los pokemones, las historias muertas, la distancia, la inmadurez, el espacio, el ir más despacio, el pelito rubio, la vida normal… Son las cosas que canta Bad Bunny. Quizá jamás saldré otra vez. Tampoco sé si la sana distancia tendrá un punto final para perrear, bellaquear y maleantear en la época D.C. Lo que sí sé, es que habrá más infectados y muertos. También, Benito seguirá diciendo en su última canción “<3” que se retira en nueve meses, cuando supuestamente la pandemia mundial del covid-19 sea historia. El plan del Conejo Malo, es estar solo y aburrido en su casa, como ahora mismo lo hago yo. Suspiro, me transporto a la época A.C. y el arpa de esa melodía sirve de antesala para repetir YHLQMDLG. Será inevitable bailar y pensar en quien conocía al mismo tiempo.